Billetes
Aunque el pago en efectivo quizá sea el menos habitual de ellos, el profesor Jerez Riesco habla de los billetes en su libro Comercio Internacional como uno de los medios de pago admitidos y que puede usarse en las transacciones internacionales.
Si bien el propio doctor Jerez ya nos habla en su manual de problemas de seguridad y propiedad, y de los mayores costes que implica manejar este medio de pago, quiero esquematizar algunos conceptos de por qué, si estamos ante una forma de pago tradicional y lícita, su uso es tan poco habitual en las operaciones de intercambio internacionales.
1. Obliga al desplazamiento y al encuentro personal del comprador con el vendedor para el pago. Este punto a priori no es malo ni bueno, porque lo normal en una relación internacional es que los intervinientes en la misma se encuentren en algún momento de las negociaciones. Pero es evidente que existiendo y usando las transacciones telemáticas el proceso puede ser mucho más rápido, seguro y fiable; ¿o acaso vamos a pasar por un detector de billetes todas la monedas que nos entregue el comprador? No. En este caso el papel de las instituciones financieras se torna inevitable en las operaciones internacionales, y cuando menos, necesario.
2. Exigiría transportar y declarar oportunamente en la aduana la cantidad para el pago, satisfaciendo además las cuotas y tributos exigibles al llegar al país de destino, y en los intermedios si los hubiese.
Además desde 2012 en España el pago en efectivo está limitado a unas cantidades máximas que deben ser declaradas, y que según la Agencia Tributaria son las siguientes:
- 2.500€ máximo en operaciones nacionales
- 10.000€ o su contravalor en moneda extranjera es el límite para pasar la aduana, que debe declararse mediante el formulario S1 según la Ley 10/2010, de 28 de abril.
3. Supondría exponerse innecesariamente a robos, pérdidas, y las molestias propias de transportar el peso de los billetes, que además se tendría que facturar como equipaje de mano.
Hay cantidades que no son fáciles de transportar por su volumen, y cuyo envoltorio o maleta puede llamar la atención de otros, con el añadido de que en caso de robo o pérdida no se les puede seguir la pista a los billetes ni determinar su propietario, ya que la posesión de los billetes se identifica con su propiedad...
4. No soluciona la necesidad de realizar un cambio de divisa si la moneda de pago es diferente a la necesaria.
Efectivamente la cuestión del cambio de divisa es algo que habrá que realizar en algún momento si es este es necesario, lo cual nos lleva de nuevo al primer punto, cuando hablábamos de facilidad, fiabilidad y costes de la operación. Con lo cual, si al final se va a recurrir a un banco o entidad financiera, es mejor y más recomendable empezar por ahí, y nos ahorramos todos los demás inconvenientes.
4. No soluciona la necesidad de realizar un cambio de divisa si la moneda de pago es diferente a la necesaria.
Efectivamente la cuestión del cambio de divisa es algo que habrá que realizar en algún momento si es este es necesario, lo cual nos lleva de nuevo al primer punto, cuando hablábamos de facilidad, fiabilidad y costes de la operación. Con lo cual, si al final se va a recurrir a un banco o entidad financiera, es mejor y más recomendable empezar por ahí, y nos ahorramos todos los demás inconvenientes.
Por último, aunque Comercio Internacional es un manual revisado, actualizado y reeditado en 2011 (4ª ed.), es curioso leer en este apartado algunas líneas que todavía hablan de pesetas (!!), más aún considerando que el euro entró en circulación el 1 de enero de 2002, momento en el que ya se había publicado la segunda edición de este libro.
Sigue leyendo acerca de otros medios de pago internacionales: el cheque.
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